+(34) 670 70 72 48

Nuestra Historia

ACTO 1 – EL HOMBRE QUE LO PERDIÓ TODO

En lo más profundo de su soledad, no quedaba mucho. El fracaso de su negocio, el dolor del divorcio, el no poder ver a su hijo .
Todo parecía derrumbarse al mismo tiempo.
No había dinero, no había ilusión, no había rumbo.
Solo quedaban patatas, huevos… y silencio.
La cocina se volvió su refugio.
Cada tortilla, un acto de resistencia.
Cortaba las patatas con una velocidad que parecía de otro mundo,
como si ese cuchillo fuera una extensión de sus manos…
y de su rabia.
Pero incluso eso tenía un límite:
la frustración llegaba siempre al final, cuando tocaba recoger.
Y entonces, cuando todo parecía dicho, una chispa.

ACTO 2 – LA CHISPA DEL INVENTOR

No buscaba crear una herramienta.
Buscaba alivio.
Algo que le hiciera la vida un poco menos dura.
Un cuchillo con una cuchilla ancha, útil, limpia, con propósito.
Probó con un modelo chino barato…
No servía.
Hasta que un pensamiento lo atravesó como un rayo:
“¿Y si le corto el mango y lo pongo encima?”
El primer frankenstein nació con torpeza.
Luego vinieron once más.
Cada intento era una mezcla de rabia y ternura.
Una lucha contra la forma y la función.
Hasta que… uno funcionó.
Y todo cambió.

ACTO 3 – LA BIBLIOTECA Y EL HOMBRE ENTRE NIÑOS

No tenía internet.
Pero sí tenía hambre.
De justicia. De futuro.
Pasaba sus fines de semana en la biblioteca pública.
Rodeado de jóvenes con sueños universitarios.
Él, un hombre de 50 años,
con un sueño mucho más urgente.
Buscaba en bases de datos de todo el mundo…
¿Alguien había creado algo así?
¿Era solo una ilusión?
Pasaron semanas.
Y entonces, la respuesta:
“No existe.”
El universo le susurró:
“Esto es tuyo.”

ACTO 4 – LA FAMILIA COMO COMBUSTIBLE

Cuando todo se tambalea,
hay una cosa que, si está bien construida, no falla:
la familia.
Su hermana lo sostuvo emocionalmente.
Su hermano puso el dinero sin preguntar.
Su sobrino diseñó el mango en 3D.
Un ingeniero lo modeló.
Un amigo soldador dio forma al acero.
Kutxiletto no nació en un laboratorio.
Nació en las manos de una familia rota que decidió reconstruirse con fuego.
Y lo más hermoso de todo…
es que lo hacían por él.
Porque lo merecía.

ACTO 5  – MUERE…
PARA RENACER

Lo intentó todo en España y Portugal.
Pero el mercado lo ahogó.
Los costes eran imposibles.
Y una noche, derrotado…
enterró a Kutxiletto.
Pero cuando uno está destinado a algo,
la muerte es solo el prólogo.
A las tres de la mañana,
mientras todos dormían…
abrió Google.
Escribió tres correos con el traductor.
China, Singapur, India.
Uno respondió.

ACTO 6 – EL TODO
O NADA

El fabricante chino entendió el invento.
Le ofrecieron acero de alto rendimiento.
Le exigieron un pedido mínimo: 2.500 unidades.
Y él tuvo dos opciones:
bajar la calidad o apostar por todo.
Eligió lo segundo.
Pidió un préstamo al banco.
Pagó todo por adelantado.
No había red.
No había garantías.
Pero había fe.
Le enviaron la muestra.
La tocó.
Y supo, con lágrimas en los ojos,
que su sueño ya tenía forma.

ACTO 7 – EL UNIVERSO CONSPIRA

El sobrino diseñó la caja.
La empresa china aceptó fabricarla también.
Un amigo bodeguero lo conectó con una empresa de logística.
Y de pronto, todo fluía.
Como si el universo,
después de tantas pruebas, dijera:
“Has aguantado. Te lo mereces.”

ACTO 8 – EL NACIMIENTO DEL LEGADO

Dos meses y medio después…
Un camión llegó a Logroño.
No traía productos.
Traía dignidad.
Cada cuchillo era una cicatriz curada.
Cada caja, una historia de resistencia.
Cada encimera donde corta Kutxiletto,
es el eco de un hombre que se negó a rendirse.
Hoy, ese hombre trabaja codo a codo con su hijo.
No solo preparan cuchillos.
Preparan legado.
Porque Kutxiletto no es un producto.
Es una historia que corta el alma.
Y cada vez que alguien lo sostiene,
sostiene también todo lo que costó llegar hasta aquí.

1